Monday, August 24, 2015

Hortraveling! s01e05 "summertime, and gardening is easy"


"aquí mismo, hará un mes, teníamos montado un lindo güertito. Sí, sí..."
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"A pesar del calor veranil y teniendo calabacines gigantes por atender sin tardar mucho, sacamos el grand jeu de un clásico nuestro de otoño: ¡calabacín relleno! Sofrito de carne picada con comino y moscada, cebolla, ajo, miga de pan y un poco de leche, sal, pimienta. Queso y al horno a cocer y gratinar. Según el estado del calabacín, se puede sofreír la pulpa con el resto. Nos ha quedado bastante tremenda. Bastante. Muy mucho. Y es que hay unas cuantas más allí fuera, por si a algunos les termina de convencer de venirnos a saludar por el Pirineo..."


En agosto - ¿tal vez sea por el calor? - parece que todo pese más. Aquellos estofados de costillas de cerdo confitadas en grasa de pato, vino de jerez y crema de leche cuestan lo suyo para digerir. Las mochilas difícilmente se levantan del suelo y si lo hacen, te dejan la espalda hecha una papilla entre la salida del aparcamiento y el primer cartel de señalización del sendero. Los calabacines se inflan como la rana que quería hacerse más grande que una vaca (o algo parecido) y asustan a los comensales. Hasta los juegos de palabras en los títulos de los artículos de blog también se hacen pesados... Je je. Sorry. Cuando decidimos empezar el experimento Hortraveling en nuestro pequeño cuadrado de jardín, no teníamos ni pajolera idea. Pensamos que sería divertido probar, aprender y así de paso, seguramente (¡ojalá!), comer alguna cosilla de cosecha propia. Habiendo escuchado el clásico "no tiene nada que ver, es mucho mejor si lo plantas tú mismo", pero teniendo dudas. ¿Por qué iba a ser más rica una cebolla enterrada en nuestro jardín de principiantes que una cebolla enterrada en el terreno de un agricultor profesional?
Patata, cebolla y calabacín gigante, estrellas de LA sopa trendy del verano!
En cuanto a los aspectos prácticos, nos ubicábamos en algún punto entre:
1- "el huerto requiere media vida de dedicación diaria y entrega total, miles de horas pasadas arrodillado entre los yuyos para llegar a hacerse una ensalada decente algún sábado soleado de julio ¿cómo vamos a evitar el fracaso?" y,
2- "si unas semillas masticadas, digeridas y cagadas por algún dinosaurio han podido vivir y pulular solas durante millones de años, a pesar de los pulgones y las ("no me gusta esta palabra") malas hierbas... ¿cómo no van a brotar y crecer las que  hemos plantado con amor, buen compost y agua fresca?" La verdad está curiosamente en ambas propuestas, como pronto lo descubrimos. Luego todo pasó de repente (Joachín, ya te he dicho mil veces no dejar tus versos en medio del salón...): por circunstancias de la vida, estuvimos fuera una buena parte de junio, julio y agosto. Idas y vueltas, altos y bajos, días y noches, risas y llantos, tierras y mares, etc. Hasta que el huerxperimento nuestro se convirtió en una especia de isla de Jurassic Park, donde crecieron monstruos que ni el mismísimo sueño de la razón... A cada mal su remedio, decía la abuela de Futuna que, a pesar de no saber castellano, sí entendía de males. Y de remedios:

"Te duele la barriga, mi niño? Tómate una manzanilla!" ; "Te pican los ojos, mi vida? Prueba con manzanilla!"; "Verrugas de la piscina municipal? Mójalas con manzanilla!"; "Diarrea, catarro y una pata coja? Te hago un bol de manzanilla!"; "Lloriqueando otra vez? Manzanilla y a la cama!"...

Y de alguna manera - Ford le bendiga! - nos envió su hijo para que nos salvara (esto me suena, pero no es de Sabina). Aprovechando un fin de semana que tenían libres, los padres de Futuna bajaron a l'Ariège a quitar malas hierbas, compartir comidas y sobremesas, y repartir abrazos. En este documento robado en cámara oculta por un hortolano de paisano (todavía no ha llegado la ley mordaza por aquí...), se pueden ver a dos trabajadores JUBILADOS. Oooooh! Noten por favor que solo uno de ellos trabaja para nosotros y creo que nos ha tocado sino el con mayor experiencia, seguro que el más eficiente de los dos.
Trabajadores ilegales, jubilados y felices!  
A base de horas y horas bajo el sol sin quejarse, nos dejó todo esto limpio y ordenadito, que parecía Versailles... Hasta los puerros se asustaron y se volvieron a alinear para no meterse en problemas. Con tal de proporcionarle vino de mesa, unas comidas preparadas con amor y respetar su horario de siesta, pudimos mantener satisfecho a nuestro jubilado personal. Un disco de tangos para el aperitivo, o algo de Bach con el desayuno son un plus, sin duda. En fin, le agradecimos mucho su inestimable contribución - y se la agradecemos mucho aún -, ya que le devolvió aspecto de huerto a nuestra jungla verduril (y a nosotros, esperanza ante el futuro). No obstante, poco después de su visita, nos tuvimos que ir nuevamente unos diez días. Al volver, nuevamente: el conocido efecto Angkor Wat! Lechugas vueltas al estado salvaje; nadie se plantearía recogerlas y menos aún comerlas - un triste error de apreciación, ya que revueltas con ajillo, quedan bien ricas. Las coles lombardas vuelven a brotar en grupitos de cuatro o cinco cogollos, lo que nos promete semanas de ensaladas y woks sabrosos. Los tomates se ponen hermosos, a pesar de nuestra más total falta de cuidados (apenas clavamos palos y les ligamos a mediados de julio, de manera que sus ramas opulentas han vuelto a tocar el suelo y van reptando por doquier). De uno en uno, eso sí, pero van madurando solos cuando el sol y la lluvia se lo permiten - con tantas idas y vueltas, tampoco es que hayamos estado regando... Las remolachas han vivido su vida felices, han engordado y se han puesto muy dulces. Sin ayuda exterior... Los pimientos rojos "españoles", como se puede apreciar en la foto, se han quedado al estadio "pimiento verde italiano", pero cumplen su papel en la olla con gran dignidad. Y finalmente los puerros crecen, aunque poco (a poco). Son los grandes olvidados de nuestro verano: los re-descubrimos al arrancar un pie de calabacín invasivo que se pensaba que el huerto entero era casa seva. Revelamos unas monadas que parecen calçots y nos están dando ideas para el invierno...
La cosecha de un domingo de nevera vacía y nuestro dulce corazón a punto de echar a hervir (su caldo da un risotto delicioso).
Con Hortraveling, aprendemos por ensayo-error. Cada problema es una oportunidad. Nada vuelve a ocurrir dos veces igual. Y no obstante, todo se repite una y otra vez. El huerto es zen, el zen es huerto. El dejar hacer y el no hacer son tentaciones llenas de promesas, una vez asumido que no puedes eliminar el Oxalis. Él siempre gana su pequeña guerra personal del odio al vacío. Entonces, descubres que a pesar de su invasión, todo sigue igual (o no igual, pero que más da ya que es así: es lo que hay). Vale! Ya está bien con la sopa mística! Para volver a lo terrestre, terminaremos con esto: lo más agradable con (man)tener un huerto es llegar a casa un sábado por la noche y encontrarte con la nevera vacía (pero lo que se llama vacía). Mientras calientas agua, sales al huerto, apartas la mala hierba y vas pillando lo que hay por allí. Lo mezclas todo, crudo o salteado, un poco de sal gruesa y aceite de oliva y ¡a disfrutar! Es la versión gran lujo de la pizza congelada o del kebab de los domingos.

Y eso es todo por ahora amig@s! Pronto volveremos con recetas exclusivas... De momento, una última foto en forma de dedicatoria a M., D. y la perra P. que nos visitaron hace poco y probaron algunas de ellas. ¡Arrivederci!

Wallis & Futuna en plena fusión Hortraveling / Ca la Rossa:
pimiento*, cebolla lila*, tomate*, bull negre** artesano y judías tiernas.
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* producción propia super orgánica sin abono ni ná'.  ** Ca la Rossa, c. Tomàs Vila, 7 - 08182 Sant Feliu de Codines.

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